viernes, 29 de agosto de 2014

Laura parte 1

Laura

Dos de la mañana. La luz de la luna ilumina los ojos abiertos de Laura, acostada en su cama desde hace un buen rato sin poder dormir. Esa sonrisa. El recuerdo de esa sonrisa no la deja dormir.

Y eso la pone más nerviosa.

Lentamente aparta sus sábanas y se sienta al filo de la cama. Baja la mirada hacia el piso de la habitación oscura y piensa en levantarse. Cierra los ojos cansados y se levanta a prender la luz del cuarto. Atraviesa la puerta y se dirige al baño. Se detiene en la puerta del baño y la empuja. Se recarga en el marco de la puerta y temerosa mete la mano para prender la luz.

La sensación de frío recorre su espalda hasta la nuca, se le eriza la piel. Toma fuerza y empuja el apagador para iluminar el baño. Da un paso con la cabeza gacha y se para frente al espejo del lavabo.

Esa sonrisa.

Frente al lavabo, Laura abre los ojos y empieza a subir la mirada poco a poco hasta verse reflejada en el espejo. Analiza cada parte de su rostro pálido y ojeroso y finalmente suelta un suspiro de alivio. Baja nuevamente la mirada y abre la llave del agua. Toma un poco entre sus manos y se moja la cara. Cierra la llave y alcanza la toalla para secarse. Con la mano aún fresca se soba la nuca…

Esa misma mañana Laura se había levantado como todos los días. Abrió la llave de la regadera y se metió a bañar. El vapor llenó el cuarto del baño hasta que cerró la llave. Corrió la cortina de la regadera y tomó la toalla para secarse el cuerpo.

Se acercó al espejo empañado y con la toalla lo limpió. Vio su cara reflejada en el espejo. Soltó la toalla y dio un paso hacia atrás ¡Su cara!

Era ella misma reflejada en el espejo. Sus ojos se veían hundidos y completamente negros. Su piel era pálido y los pómulos saltaban de su rostro. Podía ver las venas de su semblante completamente azules. Lentamente su cara se empezó a deformar hasta gesticular una sonrisa horrible, los labios verdes de Laura se curvaban hasta alcanzar cada extremo de sus mejillas y los dientes grises y afilados resaltaban fuera de su boca seca por la putrefacción que emanaba de ella.

Laura estaba horrorizada. Dio un paso hacia atrás, resbaló y cayó. Sentada, con el cuerpo temblando, se empujó hacia atrás hasta alcanzar la pared donde escondió su cara entre las rodillas juntas presa del miedo que la imagen le había provocado. Desesperada llevó sus manos a su cabello y lo quiso jalar a tirones, no podía gritar, no podía llorar y simplemente no podía dejar de temblar.

Poco a poco asomó sus ojos fuera de sus rodillas. Volteó a ver alrededor y el vapor seguía envolviendo el baño. Sus ojos nerviosos volteaban a ver a todos lados buscando defenderse de la imagen que había visto, pero no había nada. Poco a poco sacó su cara de entre sus rodillas y se fue incorporando lentamente. Pegó su espalda a la pared y se fue acercando a la puerta. Cuando alcanzó la manija la tomó con fuerza, la giró para abrirla y la jaló para salir de ahí.

Con la puerta a medio abrir y parada en el marco de la puerta, de espaldas al espejo, bajó la cabeza y apretó los ojos. Volteó rápidamente esperando no ver nada. La misma imagen del espejo se reía de ella a carcajadas.

Laura gritó y salió corriendo de ahí. Tomó un poco de ropa y salió de su departamento. Cerró la puerta detrás de ella y se vistió en el pasillo del edificio.

Continuará...

jueves, 7 de agosto de 2014

Qué fea es la gente...

...Y no es que yo sea una belleza, no. Pero definitivamente la obsesión de buscar una eterna belleza y juventud es tanta que se vuelve algo difícil de encontrar y más aún de conservar. Esto hace que la gente ya se vea medio rara. Rara y medio. Amorfa.

Trabajando en mi estarbucs favorito (ya expliqué el por qué y no repito) pido un té de menta y me siento a buscarme algo qué hacer (no me gusta el café de aquí pero la dependienta es buena onda). Entre lo que encuentro la inspiración y mi síndrome de déficit de atención veo entrar un intento de milf con unos espantosos lentes oscuros con borde rojo, 3 cirugías en la cara que le han servido de mucho al doc pero no a ella, y un tremendo, malsano y contaminante traserote que no puedes dejar de ver. Y no en el sentido de "Uff! Qué chido!" sino más en el "Pff! No mames..". Parece que le costó una lana y yo que ella pedía la devolución. Lentes fuera y me voy a arriesgar a decir que sus ojos verdes pistache son naturales.

En la mesa de al lado hay un tipo que si no fuera porque el gimnasio le da demasiados anabólicos estaría guapo. Muy del tipo de Jaime Moreno (no mames que no sabes quién es Jaime Moreno...), pero guapo. Con la misma barba partida y los ojos saltones de tanta cirugía pero guapo. No, creo que si no fuera por tanta cirugía estaría guapo. No, definitivamente es horripilante el tipo pero eso sí, bien mamado.

Y así mi vista va de mesa en mesa buscando algo lindo de la gente. De repente hay dos que tres cosas que resultan agradables. No voy a filosofar barato pero eso de la belleza interior cada día le encuentro más sentido porque la exterior está por los suelos.

Ahora, por más racista que pueda parecer el título no estoy hablando de color de piel o estrato social. Espera, sí estoy hablando de cierto estrato social al cual le alcanza para pagar cirugías y gimnasios. Y eso es solamente apariencia y no puedo juzgar acciones o rasgos de personalidad pero si neta no puedes estar a gusto en cómo te ves y necesitas arreglo tras arreglo tras hojalateada pues hay algo en tu persona que no está funcionando bien.

La chava de la mesa de al lado se ve muy saludable. Muy saludable. Re saludable. Y es hora de voltear la vista porque creo que me quiere dar un madrazo.

Hay una diferencia abismal entre ser saludable y ser vanidoso. Cada vez más te encuentras gente vanidosa y por consiguiente vienen más cirugías, más maquillaje y  más ropa que por más que quieras simplemente no te queda y vuelvo al punto principal. No es malo querer verte bien, saludable, físicamente agradable, sentirte a gusto contigo mismo. Si te operas las lolas porque las quieres más grandes pues adelante. Si te operas el batracio porque lo quieres más grande adelante. Pero hay un momento en el que la estética lo es todo y es una línea demasiado delgada que te puede destruir la vida y es bien difícil dar marcha atrás.

Qué me operaría yo? Pues tendría que volver a nacer. Y los ojos verde pistache? Uno ya es café oscuro.