Y no forzosamente porque haya pasado algo malo, no...
Jueves en la noche, nada qué hacer y con una pinche sed insaciable. Xbox no satisface lo suficiente y la tele sólo es más aburrida en cuanto pasas cada vez más los canales. Volteas al refri y lo único que vez es que no has ido al súper en más de cuatro días, así que ni siquiera de cenar hay.
Suena el teléfono. Da miedo pero invariablemente contestas. Da miedo porque sabes quién es y lo que quiere, y no estoy hablando de una ex. Como quiera que sea a la ex le das el avión mientras te reclama más y más de lo triste que es tu vida y cómo se la arruinaste. No, es el más pedote de tus amigos que sabes que te quiere convencer con "una chelita nada más pa'l relax y dormir a gusto". Y lo peor de todo es que eres tan débil que caes. De todas maneras no tienes nada qué hacer.
La chelita en la condechi se deriva en el apto (me da hueva escribir apartamento...) de otro amigo que, con el pretexto de que ya se va a mudar, pues es la última noche para desmadrar la casa y dejarle una pesadilla viviente al siguiente inquilino. Por cierto, si alguien está buscando una manguera verde y un tronco brasileño con gusto les devuelvo la manguera pero la planta ni madres porque se ve bien en mi cómoda y la manguera lo pienso dos veces porque siempre quise tener jardín y es con la que riego mi nuevo ornamento.
La noche termina temprano con el canto de los pajaritos y la mañana siguiente empieza tarde con el despertador que solamente deja dormir una hora. El tufo no deja saborear el último vodka y lo peor es que no recuerdas que hayas tomado el primero. Medio te das un regaderazo porque sientes el agua como aguja y la cabeza como globo aerostático con forma del ratón Miguelito. Tomas un taxi porque ya se hizo tarde y el tráfico está de la mismísima refregada. Y hasta aquí no hay nada mal aunque suene a que el día va a ser una pesadilla.
Llegas a la oficina y saludas a todo mundo de lejos con el pretexto de que crees que tienes gripa y no quieres contagiar a nadie. De todas maneras andas ronco y mareado hasta caerte. Te avisan que tienes junta a media mañana y aquí es cuando todo se va al mismísimo demonio. Te acercas lentamente a la cafetera esperando recbir la descarga de cafeína que te haga sobrevivir a tu mortal cruda y descubres la triste realidad: Se descompuso la chingadera.
Solamente atinas a recoger tus cosas, darte la media vuelta y avisar que te sientes tan mal de tu supuesta gripa que no puedes seguir el día en la oficina. No tienes opciones, en cuanto empieces a transpirar el alcohol todo mundo se va a dar cuenta de tu irresponsabilidad alcoholera. Si te presentas en la junta corres el riesgo de decir una santa barbajandada que te delate. Y si al final optas por dormirte en tu cubículo y hacer como que no te llegó el mail de la junta el desgraciado de al lado te va a pintar pendejada y media en la cara cuando estés bien jetón que vas a ser la burla en los próximos seis meses o hasta que alguien haga algo peor.
Lo sé porque a mí me tocó ser alguna vez ese desgraciado y todo en esta vida se paga...
Hasta la próxima!