Laura
Dos de la mañana. La luz de la luna ilumina los ojos abiertos de Laura, acostada en su cama desde hace un buen rato sin poder dormir. Esa sonrisa. El recuerdo de esa sonrisa no la deja dormir.
Y eso la pone más nerviosa.
Lentamente aparta sus sábanas y se sienta al filo de la cama. Baja la mirada hacia el piso de la habitación oscura y piensa en levantarse. Cierra los ojos cansados y se levanta a prender la luz del cuarto. Atraviesa la puerta y se dirige al baño. Se detiene en la puerta del baño y la empuja. Se recarga en el marco de la puerta y temerosa mete la mano para prender la luz.
La sensación de frío recorre su espalda hasta la nuca, se le eriza la piel. Toma fuerza y empuja el apagador para iluminar el baño. Da un paso con la cabeza gacha y se para frente al espejo del lavabo.
Esa sonrisa.
Frente al lavabo, Laura abre los ojos y empieza a subir la mirada poco a poco hasta verse reflejada en el espejo. Analiza cada parte de su rostro pálido y ojeroso y finalmente suelta un suspiro de alivio. Baja nuevamente la mirada y abre la llave del agua. Toma un poco entre sus manos y se moja la cara. Cierra la llave y alcanza la toalla para secarse. Con la mano aún fresca se soba la nuca…
Esa misma mañana Laura se había levantado como todos los días. Abrió la llave de la regadera y se metió a bañar. El vapor llenó el cuarto del baño hasta que cerró la llave. Corrió la cortina de la regadera y tomó la toalla para secarse el cuerpo.
Se acercó al espejo empañado y con la toalla lo limpió. Vio su cara reflejada en el espejo. Soltó la toalla y dio un paso hacia atrás ¡Su cara!
Era ella misma reflejada en el espejo. Sus ojos se veían hundidos y completamente negros. Su piel era pálido y los pómulos saltaban de su rostro. Podía ver las venas de su semblante completamente azules. Lentamente su cara se empezó a deformar hasta gesticular una sonrisa horrible, los labios verdes de Laura se curvaban hasta alcanzar cada extremo de sus mejillas y los dientes grises y afilados resaltaban fuera de su boca seca por la putrefacción que emanaba de ella.
Laura estaba horrorizada. Dio un paso hacia atrás, resbaló y cayó. Sentada, con el cuerpo temblando, se empujó hacia atrás hasta alcanzar la pared donde escondió su cara entre las rodillas juntas presa del miedo que la imagen le había provocado. Desesperada llevó sus manos a su cabello y lo quiso jalar a tirones, no podía gritar, no podía llorar y simplemente no podía dejar de temblar.
Poco a poco asomó sus ojos fuera de sus rodillas. Volteó a ver alrededor y el vapor seguía envolviendo el baño. Sus ojos nerviosos volteaban a ver a todos lados buscando defenderse de la imagen que había visto, pero no había nada. Poco a poco sacó su cara de entre sus rodillas y se fue incorporando lentamente. Pegó su espalda a la pared y se fue acercando a la puerta. Cuando alcanzó la manija la tomó con fuerza, la giró para abrirla y la jaló para salir de ahí.
Con la puerta a medio abrir y parada en el marco de la puerta, de espaldas al espejo, bajó la cabeza y apretó los ojos. Volteó rápidamente esperando no ver nada. La misma imagen del espejo se reía de ella a carcajadas.
Laura gritó y salió corriendo de ahí. Tomó un poco de ropa y salió de su departamento. Cerró la puerta detrás de ella y se vistió en el pasillo del edificio.
Continuará...
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