miércoles, 21 de mayo de 2008

Ahora el pedo es salir...

El metro en funcionamiento (por fin) te da la máxima prueba de equilibrio que puedes encontar.

Aunque no tanto. Hay tanta pinche gente que solamente te dejas llevar. En las primeras dos estaciones intentas agarrarte de algo. Como los brazos ya los tenía arriba ya no los pude bajar. Ni pedo, que me detenga la gente.


A medio camino y los ventiladores funcionando a su máxima capacidad (ahá...), a un afable y amable pasajero se le ocurre relajar el último esfínter del cuerpo humano. El vagón se empieza a inundar de tremendo olor a podrición añejado durante décadas, a juzgar por el groso aroma. Aparte de todo te chutas los gases de los demás. ¿Qué acaso no hay conciencia en este mundo? Es otro punto en el cual insisto en que la gente está bien malita. Yo sé y entiendo que es algo completamente natural pero es natural para el baño. Cómo demonios se te ocurre pedorrearte en un lugar donde no hay ventilación y hasta la madre de gente.


Casi llega mi estación y todavía en tono decente le digo a la persona de enfrente: "¿Vas a bajar?" y me contesta muy sutilmente "No". Okey, espero, sigo esperando, un poco más. ¡No mames cabrón, si no vas a bajar por lo menos haz algo para que no estorbes! Y el idiota ni se inmutó.


El tipo a su lado se voltea y me dice "¿Bajas?", y pienso "noo, nada más ando haciendo sondeo de quién baja y quién no..." pero escupo de mi boquita "simón". Llega la estación, medio se agacha y me dice "vente". Mi héroe empieza a empujar a diestra y siniestra, tira a uno a su derecha, pisa a una pobre fémina, le da un codazo a la señora de dientes tenebrosos en la cabeza, la misma señora me pellizca una nalga por el putazo que el otro le dio, me tropiezo con un imbécil que quería entrar y no dejar salir a nadie, por no caerme me voy hacia el marco de la puerta y caigo contra otro parado en la orilla que a su vez se sale por el recargón que le meto al caerme y empuja a otro que estaba afuera. Y se vuelven a armar los putazos. Qué mal pedo, yo ya salí y ya me voy.

Pero la salida de la estación no es más amigable. Voy caminando a las escaleras sin inmutarme de nada cuando llego y veo que otra vez sale el sentido "primérico" del mexicano promedio: "Yo voy a pasar primero", "Por qué él va a pasar primero", "Yo tengo más prisa, yo voy primero". Prisa de qué si lo único que tienes por hacer es llegar a tu casa a ver la novela, no me jodas. Todo mundo atascado en las escaleras eléctricas sin dejar pasar a nadie.



Estoy medio avanzando cuando volteo a mi izquierda y veo una mano fugaz acercarse al nada suculento trasero de una señorita y le da tremendo agarrón que hasta la fecha debe tener los dedos marcados. Se oye un "¡Ay! Baboso..." y se voltea con la mano desenfundada para propinar tremendo cachetadón pero no ve a nadie que parezca culpable. No importa, agarró al primer idiota que se le atravesó y sonó el tronido cachetero más grandioso que he escuchado en mi vida. El pobre hombre sólo alcanzó a encogerse y tomarse la mejilla. Me pareció ver una lagrimita y juro que todo se paralizó por un momento, es más, hasta creí que la gente iba a aplaudir. No por el castigo, sino más bien por el sonido. Guau, pura belleza sonora.



Ora sí, hasta la próxima semana.

Qué pedo con la gente...

La gente es idiota. Dejen explicarme...

No, no hay nada qué explicar. La gente es idiota. Punto.

Estaba en el metro y entrar fue casi un triunfo. Toda la gente se amontona en las puertas y se aferra a estar cerca de la salida. Se hacen unas peloteras terribles y los pasillos van completamente vacíos. Hasta que a algún iluminado por San Jacinto se le ocurre irse a los pasillos es cuando se empieza a desasolvar la gente a, ahora sí, llenarse hasta el mismísimo moco. Pero no para ahí, no...

Está el hijito de la chingada que quiere entrar a huevo. No cabe pero se para en el riel de la puerta y se agarra del marco superior para estirarse más y, según él, caber mejor. ¡No mames! Pinche panza tragabirria que hasta el colesterol ya se le bajó a las rodillas y se quiere hacer el finito para entrar e irse. Una vez superada la etapa de la empujada las puertas se quieren cerrar y chocan con la panza de este pobre pendejo y el metro no avanza. Y no falta que desde atrás se oiga "¡Bájate pinche panzón!", a lo que el individuo en cuestión contesta "¡Tu madre, güey!" y el que está atrás de él alcanza a decir "pus chupas, Tadeo..." y tremendo empujón que le propina y lo bota hasta la pared del pasillo. La risa es general.

El panzas se para bien ardido (porque no está ni enojado ni encabronado, está ardillísima) y se cierran las puertas. El panzas le pega al vidrio de la puerta y le grita al que lo empujó "¡Te voy a partir la madre, puto!" y el que lo empujó le saca la lengua y se empieza a reir de él y empiezan a intercambiar sonoros adjetivos de uno hacia el otro.

El metro no avanza y estos dos se siguen peleando cuando se oye una grabación ahogada que reza: "Por favor, no impida el libre cierre de puertas" y mágica y graciadamente... se abren. Al panzas se le cae la cara y pela los ojos. El lenguas se queda con la ídem fuera y los ojos con miedo. La expectativa crecía cada vez más por ver quién reaccionaba primero, todos aguantando el aliento pendientes de los movimientos de estos dos idiotas y... se cierran las puertas. Se oyó el soltar de aliento (y también se olió, deberían prohibir la venta de gorditas con cebolla afuera de cualquier estación) y la decepción por estos dos puñales.

El panzas medio atina a reaccionar tardíamente y le pega otra vez al vidrio de la puerta. El lenguas voltea de un lado a otro y se empieza a burlar otra vez del panzas. Ya no hay nada nuevo pero el pinche metro no avanza todavía. Del sonido metril se oye una corneta y se abren nuevamente las puertas. Estos dos se vuelven a ver sin saber qué hacer cuando una señora, no más de 1.40, pelo chino canoso y sendo tonelaje, alza su manitas a las pompas del lenguas (que era lo que le quedaba a la altura) y con toda la fuerza que diosito rey le da empuja al lenguas fuera del vagón y cae encima del panzas. Y que se arman los putazos. La señora solamente presume a todos las láminas metálicas en sus dientes de estaño en tremenda y triunfal sonrisa. Llegan los polis, se cierran las puertas del metro y por fin toma camino.

Pero tampoco para ahí, no... Ahora el pedo es salir....

miércoles, 7 de mayo de 2008

Don Susanito, pobre Don Susanito...

Morbo acercándose...


Joaquín Pardavé era un actor de la mal llamada época de oro del cine mexicano. Y digo mal llamada porque todo actor en esa época era pésimo, sobreactuado, estaban más tiesos que Tommy Lee con viagra y lloraban todo el tiempo. Y lo peor de todo es que todavía no nacía Ivonne Montero para quitarse la ropa a la menor provocación. Aburrido.


Pero el punto es que el personaje más recordado de Pardavé fue Don Susanito en "México de mis Recuerdos", una película de por ahi de los cuarentas en la que se supone era amigo cercano del presidente Díaz. Como todos en México realmente. Siempre que nos paran en la calle por pasarnos un alto o algo tan inocente y natural como firmar un documento importante en plena fuente coyoacanense lo primero con lo que salimos es: "es que usted no sabe quién es mi amigo" o el "usted no sabe quién soy yo". Pues obvio no, si lo supiera te saludaría por tu nombre en lugar del "buenas tardes mi joven...".

Cuenta la leyenda que Don Susanito sufría de ataques de catalepsia, una condición en la cual "la persona yace inmóvil, en aparente muerte y sin signos vitales cuando en realidad se halla en un estado consciente". En una de ésas pues no regresaba, no regresaba y no regresó. Le hicieron sacrosanta sepultura y se fue al hoyo, literalmente. Tiempo después, y por pleito familiar, exhumaron el cuerpo y encontraron lo que quedaba de Don Susanito con los ojos bien abiertos, la boca espumosa y grande, cara y dedos rasguñados, sin uñas ni llemas, completamente ensangrentado y con la tapa interior del ataúd rasgada. Causa real de muerte: asfixia. Fue enterrado vivo.

A tan lamentable hecho le siguieron alarmosas noticias amarillescas y todo mundo empezó a sacar a sus muertitos al sol. Hubo magdalenas que se aventaban al cuerpo ya agusanado a besarlo, no faltó el "algo me huele mal..." o "¡pinchi Jacinto, hasta muerto apestas!" y un largo etcétera de proverbios folclóricos dignos de nuestra idiosincrasia.

Pero lo interesante de la muerte de Pardavé es la enseñanza que nos deja.

Lo primero y más importante es nunca dejar que te entierren vivo, lo cual viene ligado con el siguiente punto a considerar: nunca dejar que te de catalepsia. Si todo esto es inevitable entonces que te entierren con el ataúd entreabierto, que no va a servir de nada por la cantidad de tierra encima, pero es un principio. Siendo más precavidos, nunca crearse enemigos que lo quieran enterrar a uno vivo y ya en carrera, dejarse de cortar las uñas durante un buen rato para que al momento de rasgar el ataúd se tenga algo afilado en la mano.

Ora sí, hasta la... No, espera. Debido a la cantidad tan extraordinaria de preguntas acerca de dónde viene la Margarita (una, de hecho) he decidido darle un espacio propio más adelante.

Ya, ora sí, hasta la próxima semana.

Jappi cinco de meiyo ! ! !

Todo por culpa de Eduardo Verástegui.


El otro día me invitaron a ver Bella, la película que según este idiota "dignifica el día a día del latino y el modo de vida del mexicano en los Estados Unidos". No te puedes esperar mucho de la persona que tiene como acervo filmográfico y actoral Chasing Papi y menos siendo ex-cantante de Kairo. Lo mejor de la película es que las palomitas en el cine cada día están más buenas.


Pero el problema no es este pobre remedo de actor y cantante sino que toda la producción es una burla. La película hubiera sido excelente si reescribieran toda la historia y pusieran actores de verdad. Lástima, tenían en las manos la oportunidad de hacer un dramón lacrimógeno. Lo que me causa más pesar es la forma en la que te venden la película y eso demuestra que no son más que otro par de mexicanitos en los IU ES.


Ya hace algún tiempo en la lejana tierra de Ronald y Wendy, instituyeron el cinco de mayo como fiesta nacional. Todo mundo saca sus mejores recetas de margaritas, se pintan la cara de verde, blanco y rojo y se ponen hasta el mismísimo moco gritando Alejandro Fernandez y bailando Marrrgarita, la Dioosaaa de la Cuuumbiaa (y se oye ovación desde el fondo del salón y toda la madre). Salen a la calle bailando y gritando y haciendo desfile alegórico y mamada y media. Es más, hasta hay imberbes que se atreven a disfrazarse de Pancho Villa y de Emiliano Zapata y al final terminan más pareciéndose a Don Susanito en el féretro.


Pero entonces, qué chingados se celebra el Cinco de Mayo. Vas caminando por la calle de cualquier ciudad cuasimexa (léase Chicago, Los Ángeles, Dallas, etc.) y todo mundo bien orgulloso saca su playera de la selección mexicana y van cantando mariachi y chupando Tequila. Y no falta el güerito que te pregunta "y tú de dónde eres..." y que le contesto "pos de México..." y que me dice "¡Viva México, Felicidades!!" y que le digo "¡a huevo, viva Puebla!" y que se me queda viendo y que le digo "qué pedo" y que me dice "¿qué es Puebla?".


La gloriosa Batalla de Puebla del Cinco de Mayo de 1862 contra los franceses tiene gran repercusión en la comunidad latina de los Estados Unidos por el simple hecho de que la población en general, tanto americanos como latinos, piensa que es el día de la independencia de México. Hay que ser sinceros, el nivel de educación del mexicano promedio en Estados Unidos no es muy alto. Si lo ves de manera fría menos de la mitad de su vida se la pasan en el campo y el resto "living el american drim". Sus hijos no ayudan en nada porque, aunque son los que ya tienen acceso a la educación, es educación americana y a la americana. Si le agregas que no todos pueden tener una educación más allá de la High School y que, por la misma segregación étnica de los ya pseudolocales, se quedan en el barrio siguiendo los pasos de su entorno. Se une que hay libros publicados en Estados Unidos que marcan en la historia de México que la batalla de Puebla es el día oficial de nuestra independencia y el hecho más significativo de nuestra historia.


¡Ah! Pero los cabrones se ofenden por un anuncio de Absolut porque no se acuerdan de la venta de la mitad del territorio mexicano por el Generalísimo Santa Anna. Lo que sí es un hecho es que el Cinco de Mayo está institucionalizado como el Día del Orgullo Latino. Como hay más latinos en Estados Unidos que en la misma Latinoamérica, es una fiesta nacional. Estamos recuperando nuestro territorio perdido. Y háganle como quieran.



Por cierto, la Margarita no es de México.


Ora sí, hasta la próxima semana.