El sábado me tocó baño. Y eso porque era el cumpleaños de una amiga porque realmente no lo necesitaba.
Llega un momento en la vida en el cual lo único que haces es alzar el alerón, tocar con la punta de
tus dedos por rastros húmedos y, en caso de que existieran, llevártelos a la nariz a registrar el olor. Si es agrio o amargo todo está bien, un poco de desodorante lo puede ocultar. Pero si es olor de pan de pueblo envuelto en bolsa de plástico en el sol, pues como que ya no lo vas a poder disfrazar mucho. Aunque siempre hay maneras.
El caso es que ahora sí me bañé. Zapato bonito, camisita limpia y un poco de locioncita en
conjunto con mis jeans rotos. Nunca hay que perder la identidad. Pasan por mí y llegamos al antro fancy (definición: lugar de encuentro de la niña en minifalda con pelo alaciado y/o planchado con tremendo escotazo enseñando quién sabe qué porque está tan flaca que no tiene nada y escuincle aplicando la playera lacoste rosa con cuello parado, cara de huele pedo y actitud mamonesca -el cabrón estaba más alto que yo y no se vale...-, escuchando remixes de Daniela Romo y donde la chela es más cara y te ven mal por andar con tu botella en la mano).

Es una estupidez. Estoy de acuerdo que en los restaurantes no se deje fumar porque entre el cebollazo y el postre de frutas lo último que quieres es a gente fumando a tu lado ¿Pero en un antro? ¿En un bar? Es automático el tener tu chela, cuba, desarmador o torniquete en la mano y prender tu cigarro. Estás platicando con los cuates y prendes un cigarro. Estás de mirón con la vieja de enfrente y prendes tu cigarro. Estás ligando y ofreces el cigarrito, pa'marrar la amistá. Es ley natural tener un cigarro en la mano.
¡Ah! Pero llega el político hijito de la chingada que dejó de fumar o que ya no puede porque tiene
La bronca es que como ya la aceptaron lo único que puedo hacer es quejarme de ella. Ni pedo.
¿Contento político cabrón? Lo bueno es que como estoy malito no he ido a trabajar...
Ora sí, hasta la próxima semana...
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